jueves, 12 de mayo de 2016

AM ISRAEL JAY




ANIVERSARIO DE  LA INDEPENDENCIA  DE  ISRAEL



Yerushalaim Shel Zahav-   
Jerusaken de Oro



HATIKVAH: LA ESPERANZA



Hatikva («La Esperanza», en hebreo) es el himno nacional de Israel. La letra fue escrita en Iași en el año 1878por Naftali Herz Imber (1856-1909), poeta judío nacido en Zloczow (Galitzia), actualmente ZolochivUcrania, con motivo de la fundación de Petaj Tikva, uno de los primeros asentamientos judíos en la Siria Otomana, e incluido en su primer libro, Barkai (La brillante estrella de la mañana) [La brillante estrella de la mañana], Jerusalén, 1886
En 1897, durante el primer congreso sionista, se convirtió en el himno del sionismo y fue proclamado himno nacional de Israel en 1948, año de la creación del Estado de Israel.


כל עוד בלבב פנימה
נפש יהודי הומיה,
ולפאתי מזרח קדימה,
עין לציון צופיה,
Kol od balevav penima
Nefesh yehudi homia
Ulfaatei mizraj kadima
Áin leTsion tsofia
Mientras en lo profundo del corazón
palpite un alma judía,
y dirigiéndose hacia el Oriente
un ojo aviste a Sion,
עוד לא אבדה תקוותנו,
התקווה בת שנות אלפים,
להיות עם חופשי בארצנו,
ארץ ציון וירושלים.
Od lo avda tikvaténu
Hatikva bat shnot alpaaim
|: Lihiot am jofshi beartseinu
Erets Tsion veYerushalaim :|
no se habrá perdido nuestra esperanza;
la esperanza de dos mil años,
|: de ser un pueblo libre en nuestra tierra:
la tierra de Sion y Jerusalén. :|

YOM HAATZMAUT: DÍA DELA INDEPENDENCIA DE ISRAEL

YOM HAATZMAUT: 

UN MATRIMONIO INQUEBRANTABLE 

DE MÁS DE 3500 AÑOS



Este año, Yom Haatzmaut conmemora el 68 aniversario de un matrimonio que ha perdurado más de 3,500 años. Esto puede parecer una paradoja, pero es la realidad sobre la Tierra de Israel y los judíos. Ningún matrimonio ha durado tanto tiempo, ninguno ha requerido un compromiso tan profundo en base a un amor tan abrumador como el que existe entre los judíos y su tierra natal. Sin embargo,ningún matrimonio ha sido tan doloroso o tan trágico, ya que los cónyuges fueron obligados a separarse hace casi 2,000 años. La novia y el novio se prometieron un amor incondicional, pero trascurrieron 1878 años hasta que lograron reunirse nuevamente. Durante esos años, seguían unidos emocionalmente, incluso a miles de kilómetros de distancia. Esta unión no dependía de dónde se encontraban físicamente, sino dónde habitaban sus almas.

Para que funcione el matrimonio, los judíos, metafóricamente y sin precedentes, levantaron la Tierra de Israel de su lugar de origen y la transformaron en una patria portátil, llevándola a los cuatro rincones de la tierra. Sólo en 1948 el pueblo se reunió con su tierra físicamente.


Sin embargo, el establecimiento del Estado de Israel no es el principio de la unión entre la tierra y el pueblo judío, sino una reafirmación del compromiso matrimonial que tuvo lugar hace miles de años entre Dios y Abraham. El Estado de Israel no se fundó en 1948, sino hace más de 3,500 años, cuando Abraham adquirió la Cueva de los Patriarcas con el fin de enterrar a su esposa Sara. Se reafirmó cientos de años más tarde, cuando los hijos de Israel, dirigidos por Yehoshúa, heredaron la tierra inmediatamente después de la muerte de Moshé.


Pero el matrimonio no debe darse por un hecho. Ni siquiera después de 3,500 años. Cuando el novio ofrece a su nueva esposa un anillo como signo de compromiso, él sabe que ésta es sólo la primera parte de una promesa en curso. Ningún matrimonio puede preservarse si ambas partes no reinvierten constantemente en su relación. En el momento en que un matrimonio se cuenta en años más que en un esfuerzo compartido de nuevas oportunidades, ha llegado a su fin. Sólo una misión – un sueño común – puede sostener un matrimonio, y sólo algo más grande que ello puede permitir el éxito. Parafraseando a Aristóteles, el matrimonio es una sola alma que habita en dos cuerpos. Sin embargo, un alma que ha perdido su propósito se ha perdido a sí misma.

Irónicamente, actualmente una gran parte de la población israelí está luchando para mantenerse unida a su tierra espiritualmente. El materialismo rampante, el secularismo y el fanatismo religioso han erosionado el sentido de la identidad judía y la conciencia histórica que da sentido a su existencia nacional. Un creciente número de personas carecen de una auto-comprensión de su judaísmo y cuestionan su existencia en este país. Es cierto que los maravillosos soldados israelíes están dispuestos a sacrificar sus vidas por nuestro Estado. Pero ¿cuánto tiempo puede continuar esto cuando Israel no es más que un país? La gente está dispuesta a morir sólo por lo que ha vivido. Y los seres humanos pueden vivir una vida con sentido sólo cuando saben que hay algo eterno por lo que vale morir.


Por lo tanto, es esencial identificar el elemento que ha unido a ambos cónyuges por miles de años. Y ese elemento es la misión de ser “una luz para las naciones,” tal y como fue pronunciada por Dios al profeta Isaías. El matrimonio integra una fuente de enseñanzas religiosas y morales que inundan la humanidad con el conocimiento de que la vida es sagrada y que Dios espera la respuesta del hombre a su llamado con el fin de redimir a su mundo.

Esta es, pues, la tarea de la Tierra y el Pueblo de Israel: elevar la raza humana convirtiéndose en un enlace entre lo divino y lo terrenal, ya que la vida es un mandato, un privilegio – no un juego o una mera trivialidad. El pueblo judío se unió con la tierra a fin de crear una sociedad que emulada por toda la humanidad.

Los rabinos consagran el matrimonio, pero eso es sólo una parte de su función. Como pastores, su responsabilidad es garantizar el éxito del mismo y rehabilitarlo si se tambalea o se estanca. Esta es la función de los líderes religiosos de Israel hoy en día. Ellos deben transformar al pueblo judío mediante la creación de un anhelo espiritual para su misión única, restaurando así su matrimonio a su máximo potencial tras la larga y difícil separación.

Los verdaderos líderes religiosos no deben ser “honrados” o “bien respetados”. Más bien, como hombres de verdad, deben ayudar a eliminar el temor. Al mismo tiempo, sus imponentes personalidades deben unir a la gente a con su desbordante amor.

Los tiempos exigen una inquebrantable orientación religiosa y moral. El liderazgo religioso debe liberarse del pantano en el que se ha estancado. Mediante una iniciativa sin precedentes, debe guiarla nave de un judaísmo rejuvenecido e inspirador hacia el corazón de la sociedad israelí, provocando ondas que repercutan en todos los ámbitos. Ya no puede ocuparse sólo de los alimentos kosher o de nuestro judaísmo. Por encima de todo, tiene que inspirar el kashruth de nuestras almas. Al igual que los antiguos profetas, nuestros líderes religiosos deben generar una revolución espiritual, una conmoción ética-religiosa que sacuda los cimientos del Estado. Los israelíes esperan ese tipo de iniciativas y no hay duda de que su respuesta será abrumadora.

Sólo entonces el pueblo judío volverá a relacionarse con su tierra. Sólo entonces podrá permanecer eternamente comprometido con su tierra, y nadie logrará romper su vínculo matrimonial, ya sea el antisemitismo europeo, el movimiento BDS, el extremismo islámico, el odio o el engaño de la UNESCO. Esta es la esperanza y el futuro de Israel.


¡Que Dios bendiga esta unión eterna!


NATHAN LOPES CARDOZO