sábado, 29 de mayo de 2010

HA NETZARIM : LOS NAZARENOS

Orígenes del Movimiento Nazareno

Para trazar el origen de los nazarenos tendremos que examinar primero la figura de Yojanán (Juan) el Inmersor. Como ha sido señalado, entre otros, por George Howard, «(…) hubo una secta de Juan el bautista que existió desde tiempos primitivos y que continuó tal vez por siglos.» El Evangelio de Mateo según un Texto Primitivo, por George Howard; 1987; pág. 205. (Véase Hch. 18:5 y 19:7; Justino, Tryfo 80; Pseudo-Clemente Reconocimientos 1:54-60).
Semejante secta aún existe en Iraq hoy día. Howard también anotó: «En el Mateo hebreo de Shem Tov, Juan el Bautista emerge como una figura mucho más importante que en el Mateo griego. El Mateo griego puede muy bien representar una corrección posterior a las más primitivas afirmaciones hechas acerca de Juan el Bautista en el Mateo hebreo antes de que los seguidores de Juan el Bautista fueran vistos como una amenaza para el cristianismo de base. (Ibid)»
Una lectura cuidadosa de los Evangelios muestra que Juan el bautista tenía sus propios «discípulos» (Jn. 1:35) que continuaron como tales, aparte del movimiento de Yahoshúa, aún cuando Juan y Yahoshúa habían muerto (Hch. 19:1-3). El Evangelio de Juan capítulo uno, indica también que Juan no vivía solo en el desierto, sino que vivía con una comunidad de seguidores cerca de Betabara (Jn. 1:28) un pueblo a sólo ocho millas de Qumran.
Ahora bien, una de las más importantes semejanzas entre Juan el bautista con sus discípulos y la comunidad de Qumran es, obviamente, la de la geografía. Como mencionamos, Juan y sus discípulos residían «en el desierto» cerca de un pueblo a sólo ocho millas de Qumran. De hecho, las cuevas en las que se encontraron los rollos están a sólo cinco millas del lugar en el Jordán donde Juan estaba bautizando. Tanto los Rollos del mar Muerto como el Nuevo Testamento usan la frase «en el desierto» (tomada de Isaías 40:3) casi como un nombre propio, para describir esta área. Un pasaje del Nuevo Testamento en particular parecía un misterio hasta el descubrimiento de los Rollos.
Lucas 1:80 dice: «el niño [Juan el bautista] creía y se fortalecía en espíritu, y estuvo en el desierto hasta el día de su manifestación a Israel.» ¿Qué habría de hacer un niño “en el desierto”? ¿Pudo haber sido criado Juan en una comunidad de Qumran? Una tradición apócrifa que circuló en un tiempo en la iglesia del este puede ofrecer un poco de discernimiento. El Protoevangelio de Jacobo [Santiago], que antiguamente se leía en las iglesias orientales, registra una tradición de que al tiempo de la matanza de los inocentes, Elizabet tomó a su hijo y se fue a las montañas, y buscó un lugar para esconderlo, y no halló ningún lugar secreto. Entonces gimió dentro de sí, y dijo: “Oh montaña de YHWH, recibe a la madre con el niño”. Porque Eizabet no podía subir. Y al instante la montaña se dividió y los recibió. Y se les apareció como un ángel (o mensajero) de YHWH, para preservarlos. – (Protoevangelion 16:3-8).
Esta tradición pudiera estar preservando una tradición antigua de que Juan y su madre fueron tomados a través de una abertura en la montaña (una cueva) y que un «mensajero de YHWH» en Qumran los tomó. Esta posibilidad está fortalecida por el hecho de que el historiador Hugh Schonfield ha demostrado que hay un número de paralelismos entre el Mateo hebreo de DuTillet y el Protoevangelion, «que no puede ser accidental.» (Un Texto hebreo del Evangelio de Mateo más antiguo, por Hugh Schonfiel, 1927, pp. 25-30, 40). Además, Josefo nos dice que los esenios criaban los hijos de otras personas (Josefo 2:8:3). Así parece que Juan el Bautista fue criado en la comunidad de Qumran.
Como levita, y descendiente de Zadok, Juan habría tenido un lugar prominente en la Comunidad de Qumran, la cual favorecía a los herederos del sacerdocio. Sin embargo, la vida normal de Juan en Qumran fue interrumpida cuando «vino la palabra de Elohim a Juan (…) en el desierto» (Lucas 3:2). En una comunidad rígida donde todos tenían un rango y nadie hablaba fuera de turno, el mensaje de Juan no habría sido bienvenido. Esto explicaría por qué Juan y sus discípulos se mudaron a Betabara.
Tanto Mateo como Marcos nos dicen que Juan comía langostas (Mt. 3:4; Mc. 1:6). Por supuesto, se refiere a los insectos que en Lv. 11:20-23 se ennumeran como kashér. Ahora los Rollos del Mar Muerto nos dicen que la Comunidad de Qumran también hacía de las langostas, parte de su dieta. De hecho, los Rollos del Mar Muerto hasta nos dicen cómo debían cocinarse (Documento de Damasco, 12:11-15).
Tanto la Comunidad de Qumran como Juan citaban Isaías 40:3 como una profecía que predecía su obra (Mt. 3:3; Mc. 1:3; Lc. 3:4; Jn. 1:23; Documento de Damasco 8:12-14; 9:20). Este verso aparece en la mayoría de las versiones occidentales de los Escritos Nazarenos como: (La voz de uno que clama en el desierto): «Preparen el camino de YHWH; enderecen en el desierto un camino para nuestro Elohim.»
Sin embargo, las marcas en el Texto Masorético nos dan el entendimiento: (La voz de uno que clama): «En el desierto preparen el camino de YHWH; enderecen en el desierto una senda para nuestro Elohim.»
Como resultado del uso de este versículo, tanto Juan como la Comunidad de Qumran se referían a sí mismos como estando «en el desierto», y tanto la Comunidad de Qumran como los primeros creyentes en Yahoshúa llamaban a su movimiento «el Camino».
Otro fuerte paralelismo entre Juan y la Comunidad de Qumran es el de la importancia que se da a la práctica de la inmersión en agua (el bautismo; en hebreo: teviláh). La Toráh requiere un «lavamiento» por la «impureza» (Lv. 16-18), y la «impureza» puede resultar del pecado (p.e. Lv. 18:1). El rey David habló de esta práctica en el Salmo 51:2, 7. En la Comunidad de Qumran a esta práctica se le daba gran importancia. (Man. De Disc. 3:4f; 5:13; Doc. de Damasco 10:10-13), y ciertamente se consideraba como de alta prioridad para Juan (Mt. 3:6, 11; Mc. 1:4-5; Lc. 3:2-3; Hch. 19:3-4). Ambos creían que la inmersión en agua era sólo simbólica de una limpieza mayor de la impiedad que se realizaba por la Rúaj ha-Qódesh (Man. De Disc. 4:12-13).
Una semejanza final más entre Juan y la Comunidad de Qumran era que ambos recalcaban que el Día del Juicio ardiente se aproximaba eminentemente.
Ahora, habiendo discutido las semejanzas entre Juan el Bautista y la Comunidad de Qumran, notemos las diferencias. Los esenios siempre vestían ropas blancas (Josefo 2:8:3), pero Juan vestía ropa de pelos de camello (Mateo 3:4). En segundo lugar, la Comunidad de Qumran comía sólo alimentos provistos por su comunidad, pero Juan buscaba, personalmente, el suyo (Mateo 3:4). Finalmente, y más importante, la Comunidad de Qumran no era ni siquiera un poco evangélica. El Manual de Disciplina mandaba específicamente a sus adherentes a «sostener un odio irremisible hacia todos los hombres de mala reputación (…) dejarles perseguir la riqueza y la ganancia mercenaria (…)» (Man de Dic. 9:21-26). Pero Juan invita a estos hombres de mala reputación «Arrepiéntanse, porque el Reino de Elohim se ofrece» (Mateo 3:2). Esta nueva enseñanza debe de haber sido «la Palabra de Elohim» que Juan recibió en el desierto (Lucas 3:2), ya que fue más tarde repetida por Yahoshúa (Mateo 4:17) y por los discípulos de Yahoshúa (Mateo 10:7).
Como resultado de la nueva luz que arrojan sobre los Escritos Nazarenos, los Rollos del Mar Muerto, podemos ahora concluir que Juan el Bautista se crió en la misma comunidad que escribió los Rollos del Mar Muerto. Que la palabra de Elohim vino a Juan, y éste comenzó a enseñar un mensaje evangélico de arrepentimiento. Un mensaje que era inaceptable para la Comunidad de Qumran. Ese mensaje probablemente causó un cisma que tuvo como resultado que Juan el Bautista y sus discípulos se relocalizasen en Betabara, a sólo ocho millas de Qumran. Este nuevo grupo vino a ser una «secta» seguidora de Juan el bautista que ha continuado hasta este mismo día, y que tenía una estrecha relación con el movimiento mesiánico que rodeó a Yahoshúa.
Aportado.

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