RELACIÓN PROFÉTICA ENTRE YOSEF Y YESHUA EL
MASHIAJ
No es un secreto que el avivamiento Mesiánico
está viniendo como fuego por todo el mundo; en todas las naciones y culturas.
Lo que fue originalmente el programa de Hashem para Su pueblo, está siendo traído por el Ruaj
Ha Kodesh (Espíritu Santo).
Cada día mas, será que ciertos y luego miles de personas, tanto judíos como gentiles,
continúan aceptando a Yeshua (“Jesús”)
como el Mesías de Israel y le están entregando sus vidas. Por otro lado, son
más y más los cristianos que continúan descubriendo las raíces hebreas de su
fe. Elphim está mostrando cada vez más a una inmensa
multitud de creyentes hispanos, la verdad acerca de sus antepasados judíos que
fueron obligados a hacerse “cristianos” bajo el dominio de Roma, y por cuya
conversión, eventualmente su identidad judía se perdió, siendo asimilados en
una cultura extraña a la de sus padres. Se estima que solamente en América
Latina existen no menos de 35 millones de personas cuyos antepasados fueron
judíos sefarditas, obligados a “cristianizarse” durante la época de la
Inquisición Española.
Por esta razón, es necesario volver a las
raíces hebreas para aprender la verdad dada por Hashem y así salir de las
mentiras enseñadas. En este estudio, aprenderemos sobre la relación profética
entre Yosef (José) y Yeshua (Jesús), y para tener una idea más
amplia acerca de este tema, leeremos cuidadosamente el primer libro de Moshé
(Moisés), Bereshit (Génesis), los capítulos 41 hasta el 44, verso
17.
Existe una conexión entre la historia de Yosef
y la vida de Yeshua. En
cierto sentido Yosef viene a ser como una figura o tipo del Mashiaj (Mesías).
Para ello consideremos los siguientes hechos:
Yosef era el hijo preferido de su padre Yaakov.
Yeshua es el “Hijo amado en quien Hashem tiene complacencia”. (Lucas 3:22).
Yosef es vendido por sus propios hermanos aunque no
todos participaron del hecho. Asimismo, Yeshua fue entregado por sus
propios hermanos, aunque no todos participaron de este hecho.
Yosef resistió la tentación y no cayó en las manos
adúlteras de la esposa de Potifar. Yeshua fue tentado en todo, pero sin
pecado.
Yosef fue acusado y castigado de un crimen que
nunca había cometido. De igual manera, Yeshua fue condenado; “sin haber
hecho maldad, ni hallado engaño en Su boca”.
Después de estar en lo más bajo de la tierra de Egipto, en prisión, Yosef
fue exaltado a la posición de mayor preeminencia posible y le fue dado un
nuevo nombre. De la misma manera, Yeshua, después de Su sufrimiento y
descenso a las partes más bajas de la tierra, fue exaltado por el poder del
Padre y recibió un Nombre que es sobre todo Nombre.
El nombre que recibió Yosef fue “Zafenat-Paneah”. Zafenat significa:
“hombre de comida; Paneah significa: “de la vida”, por lo tanto, ese
nombre significa “el hombre que tiene la comida de la vida”. Yeshua dijo:
“Yo soy el pan de la vida”.
Yosef tenía treinta años cuando fue traído delante
del Faraón y fue encargado con la misión de administrar el reino de Egipto. Yeshua
inició Su ministerio a la edad de treinta años, para cuidad de la mies que
el Padre le había entregado.
En su primer encuentro con sus hermanos, Yosef no se dio a conocer,
pero en el segundo encuentro, los ojos de ellos fueron abiertos para
reconocerlo como aquél a quien habían rechazado. Asimismo, en Su primera
venida, Judá no se percató oficialmente de quién era realmente Yeshua,
pero en Su segunda venida, sus ojos serán abiertos para reconocer que Yeshua
es quien dijo que era: Su hermano y Su Mesías.
Los hermanos de Yosef, sin reconocerlo, fueron sustentados y
protegidos por él. Así también, sin percibirlo, Judá y Efraim (las dos tribus)
han sido sustentados y protegidos por Yeshua.
Vemos pues que en la historia de Yosef,
existe un marcado paralelismo entre el primogénito de Yaakov y el
Unigénito del Padre. Por lo tanto, cuando leemos el pasaje anterior, no
solamente estamos leyendo historia, ciertamente que sí, pero sin duda alguna
estamos leyendo profecía. Profecía que apunta y alcanza su cumplimiento en la
vida de Aquel en quien descansa nuestra esperanza y de quien depende nuestra
salvación. Yeshua no dudó en afirmar que si leemos bien los escritos de
Moshe, nos encontraríamos con Él, porque Moshe escribió de Él, en Iohanan (Juan)
5:45-47. Y después de Su resurrección, cuando se encontró con los dos
discípulos caminó a Emaús, comenzando por Moshe y por el resto de los profetas,
les abrió “el entendimiento” para que comprendieran las Escrituras para
mostrarles lo que de Él decía. Debemos pues, pedir al Ruaj Ha Kodesh que
cuando estemos leyendo a Moshe y a los profetas, que abra nuestro entendimiento
para mostrarnos y encontrarnos con Yeshua, para conocerlo cada vez más
glorioso; cada vez más grande; cada vez más revelador.
El mensaje es que hoy, como nunca antes, el
pueblo de Israel como nación, está muy cerca de reconocer la verdadera de Aquel
Mashíaj (Mesías) a quien un día los gobernantes rechazaron. Nos
acercamos al momento más importante de la historia de Israel y de la humanidad
entera. Nos estamos aproximando a la hora más anhelada por el corazón de Yeshua...
quien ha tenido que sostener escondidas Sus lágrimas y reprimidos Sus
sentimientos hasta que llegue el tiempo del Padre (Hashem) para darse a
conocer completamente a Sus hermanos. Para ese momento la reunificación y la restauración
finales serán completadas. ¿No es maravilloso pensar que Yeshua Ha Mashíaj tiene
en Su mano el control de la historia de Israel y del mundo, guiándolos hacia su
momento más extraordinario y glorioso? ¿No es maravilloso pensar que caminamos
por un sendero que ha sido preparado anticipadamente por nuestro Padre y que
nuestras vidas no son accidentes aislados sino el resultado de un plan
divinamente ordenado que tiene sentido y propósito eternos?
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