La victoria del terrorismo
Estimados, ayer os presentabamos la reflexión de Moshé Yanai acerca de losacontecimientos que están teniendo lugar en la franja de Gaza; hoy queremospresentaros otra reflexión, sobre el mismo tema, de Salvador Kovadloff,publicada en Iton Gadol. Shalom. ¿Qué es un conflicto trágico? Es un conflicto que no tiene solución. ¿Ypor qué no la tiene? Porque cada uno de los que en él se enfrentan entiendeque la razón, toda la razón, está de su lado y sólo de su lado. Así, losantagonistas que dan vida al hecho trágico están llamados a confrontar sinceder en nada. Llevarán su intransigencia hasta el final, sea éste el quefuere. Cuando Israel abandona, por los motivos que se quiera, el escenario del empeñonegociador, deja de obrar en consonancia con la razón parcial que lo asiste.Sus argumentos pasan a ser reemplazados por la fuerza bruta. Renuncia a lapersuasión verbal y opta por la disuasión armada. Hamas, en cambio, nunca abandonó el terreno de la negociación porque nuncaingresó en él. Por eso no tiene ninguna razón. Procede, siempre, impulsadopor la convicción intransigente de que Israel debe desaparecer del mapa. Exigesu exterminio, no su flexibilidad. Su planteamiento, en consecuencia, no espolítico, es apocalíptico. Hamas se arroga la representación del pueblopalestino en su conjunto. Miente. Reniega de la evidencia de que el pueblopalestino está integrado por varios millones de personas que aspiran a vivir enpaz con Israel, sin que ello implique renunciar a ninguno de sus derechos deconstituir una nación. Ni Amos Oz ni Daniel Baremboim se equivocan. Israel cae en una trampa alproceder como hoy lo hace. Revela escasa lucidez cuando se enfurece y ataca. Laguerra es la trampa que le tienden sus enemigos. Ellos sí quieren la guerra. Labendicen. La celebran. El rédito incomparable de la guerra, para el terrorismo,consiste en que Israel masacre en Gaza, o donde fuere, queriéndolo o no, elmayor número posible de civiles palestinos que puedan inclinarse por alcanzarla paz con Israel. De modo que, por propicios que pudieran parecer para Israel,en el corto plazo, los resultados del enfrentamiento bélico, el hecho en sí derecurrir a las armas constituye, para el Estado judío, una derrota moralincalculable. La guerra prueba, en este caso, que Israel da por agotados losrecursos civilizados mediante los cuales creyó posible frenar los ataques a suterritorio. Se me dirá que, en efecto, es así. Y que sólo hay una forma dedesarticular el terrorismo y es aniquilándolo en su propia madriguera. Noobstante, al optar por este criterio, se olvida o se reniega del hecho de queHamas, en Gaza, ha logrado entramar profundamente su acción con la vida de lapoblación civil. Hasta tal punto que, al golpearlo, es imposible no golpear aquienes no coinciden con él, pero se ven forzados a convivir con él. Esta tragedia no tendrá solución. Ninguna tragedia tiene solución. Sólotiene desenlace. Un desenlace sangriento, casi siempre. Y provisional, porquelas tensiones que lo nutren no desaparecen: se reencarnan, a lo largo deltiempo, en nuevos y sucesivos protagonistas. Al haber logrado persuadir al Estado judío de que no hay otro caminopresuntamente disuasivo que la guerra, Hamas ha conseguido un gran triunfo. Ponede manifiesto que, en Israel, ha podido más la desesperación que laimaginación política. Es inútil argumentar en forma maniquea. Cuando rehúyen la verdad, losenemigos irreconciliables no hacen otra cosa que decir que se limitan aresponder con violencia a la violencia previa que les fue impuesta. Es el caminode la bestialidad recorrido con el presunto estandarte del derecho y lajusticia. La violencia no pone fin a la violencia. Y esto lo saben muy bien lasdos partes. Cultivándola, unos no tienen nada que perder. Los otros, en cambio,pierden demasiado. A la convivencia indispensable se debe acceder desde adentro hacia afuera. Sila mayoría del pueblo palestino quiere la paz tendrá que probarlo. Deberádesarticular los movimientos terroristas que se arrogan su representación.Igualmente, si la mayoría israelí quiere la paz tendrá que encontrar el modode respaldar y fortalecer la acción política y el poder de incidencia socialde esa mayoría palestina. No se trata de algo sencillo, pero se trata de algoindispensable. Y lo mismo deberán decidirse a hacer las naciones árabes queguardan silencio cuando Hamas ataca a Israel y claman al cielo cuando Israelcontraataca. Las naciones árabes y todas aquellas en las que el discursocínico se muestra amalgamado con las conductas políticas. Ese cinismo debe serdenunciado. Esconde una escalofriante irresponsabilidad ante lo que sucede enMedio Oriente. Las declaraciones estentóreas hechas desde podios rutilantes denada sirven a la causa de la paz. Todo lo contrario. Se parecen demasiado a lasmanos que Pilatos se lavó.
aporte
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