Cuando ALAH entra en acción contra una persona, familia, nación, etc., lleva consigo una actitud de permanente nostalgia, lloro, lamento y autocompasión, que no permite alcanzar ciertas metas en la vida. Cuando esta maldición está en acción, la persona puede perder el sentido de su verdadera identidad, su status: por ejemplo, de ser una persona libre a una esclava; un hombre puede comenzar a pensar que es mujer, o viceversa.
¿Cuál es la causa principal por la que se activa ÁLAH? Vayamos a Yeshiyaju (Isaías) 24:5,6: “Traspasar las leyes de Hashem”. En hebreo, esta frase significa: “Cambiar los mandamientos de Hashem”; “Brincar las fronteras puestas por Hashem”. Cuando una persona se olvida de lo que Hashem ha dicho en Su palabra o cuando cambia lo revelado en las Escrituras, entonces ÁLAH se activa e inicia su acción en esa persona. Así también, cuando Hashem envía un profeta a Su pueblo, u otra nación, y ese pueblo rechaza, ignora y mutila las palabras del profeta, la maldición ÁLAH puede entrar en acción (Jeremías 29:18,19).
INVASORES OPORTUNISTAS:
La falta de obediencia a la Palabra de Hashem, quita la protección natural que todo ser humano tiene; y entonces, ciertas personalidades demoníacas pueden molestar la mente de esa persona para causar toda una serie de trastornos que van desde tipo espiritual, hasta de carácter emocional, mental y físico. Es decir, si ante los primeros síntomas, la persona no corrige su vida, no se arrepiente y se vuelve al Señor; sino que persiste en una conducta contraria a los mandamientos de Hashem, podría sufrir las consecuencias de su decisión. En situaciones extremas, Hashem entrega a esta persona a una mente reprobada para cometer, con avidez, toda clase de aberraciones, entre las que se encuentran: el homosexualismo y el lesbianismo; que es en parte el resultado de una confusión mental en el área de la identidad de esa persona. Así que muchas veces el homosexualismo y el lesbianismo son el resultado de la operación de esta maldición llamada ÁLAH, que a su vez es la consecuencia de la obstinación contra los mandamientos del Señor (Romanos 1: 21-32); y esto se aplica a todas las naciones. En Daniel 9:11,12 leemos la capacidad altamente destructiva de esta maldición que estamos estudiando: “Todo Israel traspasó tu ley apartándose para no obedecer tu voz; por lo cual ha caído sobre nosotros la maldición (en hebreo: ÁLAH)…”
En el Concilio de Nicea, en el año 325 d.M (después del Mesías), ignorando la Torah y los mandamientos del Señor, teniéndoles como cosa extraña e innecesaria, se cambió la fecha de las Fiestas del Señor, introduciendo fiestas y celebraciones paganas. Se declaró un día de la semana diferente al Shabat (Día de Reposo ordenado por Hashem en las Escrituras), como el “Día del Señor” (Génesis 2:2-3; Éxodo 20:9-11; Isaías 58:13,14). El concepto de un día de descanso se instituyó antes de la Ley (Torah), dada en el Sinaí: “Bendijo Dios el día séptimo y lo santificó” (Gen 2:2,3). Eso indica que desde el tiempo de la creación Dios quería que este día fuera una fuente de bendición para toda la humanidad y no sólo para el pueblo judío. El día de reposo fue separado por Dios como un día santo. Yeshua nunca abrogó el día de reposo, sino sólo su mala aplicación por parte de algunos dirigentes religiosos judíos (Marcos 3:1-5). Él afirmó que el día de reposo fue dado por Dios para la adoración al Señor y descanso físico (Marcos 2:27). También muchas otras ordenanzas fueron cambiadas, desobedeciendo las instrucciones de Hashem. Y como si fuera poco, se prohibió a los creyentes celebrar nada que tuviera origen judío, desconectando a los creyentes de sus hermanos judíos y desarraigándolos de sus raíces hebreas, robándoles así, una rica herencia.
La cuarta maldición que estudiaremos es ARAR (Jueces 5:23; Malaquías 2:2), la cual se activa por no darle gloria al nombre de el Eterno; no respetar Sus mandamientos y Estatutos; por ser infieles, y de doble ánimo para con el Señor. Ésta tiene el poder de hacer que una persona se vuelva antipática, rechazada, que nadie quiera estar con ella. Una persona bajo esta maldición, siempre se proyecta incómoda, fastidiosa; siente que todos la desprecian, la humillan; que no vale nada.
La quinta maldición se llama JEREM (Josué 6:18; Isaías 34:5), que traducido significa: “anatema”; es un poder altamente destructivo. De hecho, su significado primario es: destruir completamente, aniquilar, herir de muerte, hacer caer con la cabeza hacia abajo. Esta se activa por varias causas, entre las cuales tenemos:
• Planear el mal contra el prójimo.
• Causar o permitir que se dañe la vida, propiedades y honor del prójimo.
• Planear específicamente, un asesinato, un secuestro, una conspiración.
• Romper un pacto intencionalmente y con alevosía, por ejemplo: Un pacto matrimonial, comercial, social, etc.
• Negar a Yeshua como el Mesías después de haberle conocido.
Una persona o familia que está bajo los efectos de este tipo de maldición, tiene la propensión a muertes violentas; accidentes fatales, caídas inesperadas, etc., que arruinan completamente una vida.
La sexta maldición es NAKAV (Isaías 2:6, 11,12): “Juicio del Dios de Israel, padre de Abraham, Isaac y Jacob contra los soberbios: Ciertamente tú has dejado tu pueblo, la casa de Jacob, porque están llenos de costumbres traídas del oriente y de agoreros, como los filisteos; y pactan con hijos de extranjeros. La altivez de los ojos del hombre será abatida y la soberbia de los hombres será humillada; y Hashem solo será exaltado en aquel día. Porque día del Señor de los Ejércitos vendrá sobre todo soberbio y altivo, sobre todo enaltecido y será abatido.” Esta maldición hace que una persona sea siempre expuesta a la violencia: acuchillada, agujereada, maltratada, etc. Cuando usted vea que una nación está siendo maltratada, llena de violencia o arruinada, entonces, puede sospechar que está en presencia de un pueblo bajo los efectos de esta maldición. NA-KAV, literalmente, significa: “llenos de huecos”, la vida se va, la bendición se va; lo bueno se pierde, la cosecha se pierde, porque se han producido muchos “agujeros” o “perforaciones”. Esto aplica a nivel del cuerpo de una persona, su economía, su salud, y también a una nación específica.
¿CÓMO PUEDO SER LIBRE DE TODAS ESTAS MALDICIONES?
PRIMERO: Reconocer las causas de la maldición
SEGUNDO: Arrepentirme en mi nombre y en el de mis antepasados.
TERCERO: Confesar mi pecado, apartarme y resolver no volver a cometerlo.
CUARTO: Pedirle perdón al Eterno en el nombre de mi Salvador Yeshua, el
Mesías.
Lo puedes hacer en ministración con una autoridad espiritual para que esa autoridad espiritual ore al Eterno y se revoque la maldición sobre tu vida.
autor : Jajam Dan Avraham
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